La revolución no será digital

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Aunque las herramientas creativas y la edición son hoy más accesibles que nunca, las condiciones que necesita un artista para poder desarrollar su visión y su talento están desapareciendo. Una persona que nunca está suficiente tiempo a solas, que nunca tiene ocasión de buscar a tientas en la oscuridad para encontrar una voz propia, poco podrá desarrollar aparte de la pasión por retuitear la cháchara y las opiniones de otros. El arte exige introspección.



Con sus promesas de entretenimiento y camaradería sin fin, el utopismo digital sigue arrastrándonos hacia el fondo de unas aguas cada vez más oscuras. ¿Hasta dónde nos vamos a hundir? ¿Cuánto de nuestras vidas y nuestra cultura vamos a entregar a nuestros nuevos señores digitales? Y, si le contamos todo a la Red, si no nos reservamos lo que amamos o lo que aún no está maduro, ¿qué nos impide confiar en esa Red más que en nosotros mismos? ¿Qué necesidad tenemos de intimidad?

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Nuestro trabajo en Analog Sea consiste en una misión de búsqueda y rescate para encontrar un tipo especial de persona, una especie en peligro, pero crucial para proteger la verdad y la belleza durante una nueva era oscurantista. Buscamos y cultivamos a quienes piensan que las raíces de la vida están firmemente plantadas en el mundo real, sin las ataduras de Internet y su goteo incesante de ruido y espectáculo. Queremos inspirar a los artistas, escritores y filósofos que mantienen nuestra capacidad colectiva de soñar. Una sociedad que no puede soñar carece de la imaginación necesaria para saber cómo es la libertad. Si eliminamos a los soñadores, la sociedad cae demasiado fácilmente en la trampa del fascismo y la guerra. Necesitamos desesperadamente la fuerza para soñar y a los artistas y pensadores para enseñarnos cómo.